TAG Heuer

Cuando se habla de TAG Heuer, es inevitable relacionar la marca con los deportes de motor. Este vínculo comenzó con la creación de cronómetros para coches de carreras y esto ha llevado al desarrollo de innumerables relojes de carreras. Como resultado, la compañía es famosa por lanzar algunos de los cronógrafos deportivos más icónicos de la historia. Aunque su papel en el mundo de los bólidos es crucial en la historia de la relojería, la marca trasciende los deportes de motor. Adentrémonos en su historia en mayúsculas y averigüemos por qué TAG Heuer es tan especial y cómo se ha convertido en la marca icónica que es en la actualidad.

Los inicios de TAG Heuer se remontan al siglo XIX, mucho antes de que la compañía pasara a llamarse TAG Heuer. Edouard Heuer fundó en 1860 la empresa The Heuer Watch Company. El taller original estaba situado en Saint-Imier, Suiza. Aquí es donde Heuer comenzó a dedicarse a desarrollar instrumentos de cronometraje de alta calidad. No tardó mucho en adquirir popularidad gracias a su increíble estilo artesanal y a la precisión de sus instrumentos de cronometraje.

Además de crear relojes muy precisos, Heuer también realizó varias mejoras que contribuirían positivamente al mundo de la relojería. Edouard Heuer desarrolló y patentó uno de los inventos más importantes en 1887: el piñón oscilante, que simplificó enormemente el cronógrafo. Explicado de manera rápida, el piñón se acopla y desacopla al mecanismo del cronógrafo y al sistema del cronometraje regular que alimenta el reloj. Como resultado, los cronógrafos Heuer demostraron ser muy precisos y el nuevo mecanismo facilitó la fabricación, el ajuste y el servicio de los movimientos. Este invento sigue siendo utilizado por muchos fabricantes de movimientos de cronógrafo hasta el día de hoy, lo que muestra su importancia.
Relación con los deportes

No es ninguna sorpresa que estos instrumentos Heuer de alta precisión tuvieran demanda a finales del siglo XIX y principios del XX. La demanda solo creció con el desarrollo del Heuer Mikrograph en 1916, el primer cronógrafo mecánico con una precisión de 1/100 de segundo. Este reloj fue desarrollado por Charles-Auguste Heuer, hijo de Edouard. Tras este lanzamiento, los instrumentos Heuer comenzaron a aparecer en todo tipo de eventos deportivos, incluyendo los Juegos Olímpicos. En los años 20, Heuer fue el cronometrador oficial de las Olimpiadas de Amberes (1920), París (1924) y Ámsterdam (1928).

Unas décadas después llegaría otro increíble invento de Heuer. Walter Hayes, el ex presidente de Abercrombie & Fitch, encargó a Charles Edouard Heuer el diseño de un reloj que pudiera indicar las mareas. Esta fue la primera vez que el bisnieto del fundador, Jack Heuer, que entonces tan solo tenía 15 años, participó en el proceso de fabricación de los relojes Heuer. A decir verdad no sería la última. Jack Heuer supuestamente le dijo a su padre que su profesor de ciencias, el Dr. Heinz Schield, podría ayudarles a crear un reloj que pudiera indicar las mareas. No pasó mucho tiempo antes de que Heuer introdujera el Solunar, un reloj que podía hacer exactamente lo que Walter Hayes había pedido. Este ejemplo no hace más que certificar que Heuer estaba dispuesto a asumir cualquier desafío técnico que se le presentara.

Poco después, Jack Heuer comenzó a jugar un papel más importante en la compañía. En 1959, se trasladó a los Estados Unidos y fue nombrado responsable de la sucursal estadounidense de la empresa Heuer. Gracias a él la marca consiguió un gran éxito en un período de tiempo relativamente corto. No obstante, en 1962 su padre le pidió que volviera a casa para darle una noticia. Fue entonces cuando le explicó a Jack que su tío quería vender la compañía. Cuando Jack Heuer oyó esto, decidió pedir dinero prestado para comprar algunas de las acciones de su tío. Con las acciones que le regaló su padre, Jack Heuer se convirtió en el accionista mayoritario y jefe de la Heuer Watch Company.


Con Jack Heuer al timón, se inició una época llena de novedades emocionantes para la compañía. Así pues, aparte de una serie de cronógrafos emblemáticos de Heuer, también supo introducir una nueva y importante visión en términos de marketing de empresa, una habilidad que aprendió durante su estancia en América. La combinación de productos nuevos de gran calidad junto a una buena comercialización resultó ser la clave del éxito de la empresa en los años sesenta y setenta.

Después de lanzar el Heuer Autavia en 1961, un nombre que se usó inicialmente para un reloj de abordo en 1933, Heuer introdujo el Heuer Carrera en 1963. El cronógrafo deportivo Carrera fue apodado de esta manera gracias a la Carrera Panamericana, una peligrosa competición celebrada en México de 1950 a 1954. El Carrera fue desarrollado específicamente para los pilotos de competición, y una de sus peculiaridades fue su dureza y perfecta legibilidad. Gracias a su nombre y a su diseño inspirado en este tipo de competiciones automovilísticas, el Carrera se convirtió rápidamente en un icono de la industria. De hecho, sigue siendo uno de los relojes más importantes de la marca hasta el día de hoy.


Otro icónico cronógrafo deportivo Heuer que seguramente es aún más famoso que el Carrera Heuer Monaco. El Mónaco se introdujo en 1969. Su nombre proviene de la carrera de Fórmula 1 que lleva el mismo nombre. Aparte de su revolucionaria caja cuadrada para un cronógrafo deportivo, el Calibre 11 también lo convirtió en el primer cronógrafo deportivo automático. Sin embargo, la máxima popularidad la alcanzó en 1971 cuando la leyenda del cine Steve McQueen usó el reloj en la película Le Mans. La película catapultó al Heuer Mónaco a la fama. De hecho, muchos todavía se refieren al modelo 1133 como el «McQueen Monaco».
La crisis del cuarzo

Después de disfrutar de un increíble éxito comercial en las décadas de 1960 y 1970 con los modelos Carrera, Mónaco y Autavia, la Heuer Watch Company, como muchas otras marcas, fue víctima de la revolución del cuarzo a finales de la década de 1970 y principios del de 1980. Como resultado, Jack Heuer tuvo que abandonar su puesto de director general en 1982. La empresa fue vendida al Grupo TAG (Techniques d’Avant Garde) en 1985, que rebautizó la marca TAG Heuer.

Tras este cambio de marca, la empresa modernizó sus instalaciones de producción e introdujo con éxito una nueva colección de relojes que se basaba en sus logros alcanzados en el deporte del motor. La marca estuvo vinculada al equipo de Fórmula 1 McLaren desde los años 80 hasta 2015. En 1991, TAG Heuer introdujo por primera vez su ya famoso eslogan «Don’t Crack Under Pressure.»
TAG Heuer hoy

En 1999, el Grupo TAG vendió TAG Heuer a LMVH por la asombrosa suma de 740 millones de dólares. LMVH ha continuado generando éxito de la marca y ha reintroducido algunos de los nombres más icónicos en el catálogo de la compañía. Los modelos Carrera, Mónaco y Autavia siguen formando parte del catálogo de TAG Heuer. La marca es reconocida unánimemente como una de las empresas más legendarias del sector. No obstante, la historia de TAG Heuer no hubiera sido igual sin Jack Heuer. Por eso mismo, Jean Christophe Babin, el entonces recién nombrado director general de la marca, decidió consultar a Jack Heuer al comienzo de su mandato en 2001. Babin (actualmente CEO de Bvlgari) y Heuer gozaban de una muy buena relación, tanto que Babin ofreció a Jack Heuer el puesto de presidente honorífico. Durante los diez años siguientes, Heuer recorrió todo el mundo convirtiéndose en la cara pública de la marca que él y su familia habían creado.

Para celebrar la relación de la marca con el cronometraje, TAG Heuer lanzó un trío de relojes muy especial en 2011 y 2012: el Mikrograph, con una precisión de una centésima de segundo; el Mikrotimer, con una precisión de una milésima de segundo; y el Mikrogirder, con una precisión de una/2000 ª de segundo. Los movimientos que TAG Heuer tuvo que crear para lograr estas especificaciones son un testimonio de su naturaleza innovadora. De 2014 a 2018, el legendario ejecutivo de relojes y visionario Jean-Claude Biver fue el director general de la compañía. Biver terminó asociándose con TAG Heuer con el equipo de Fórmula 1 Red Bull Racing. Este ha sido un paso más en la historia de TAG Heuer que muestra su persistente dedicación al deporte de motor. Un entusiasmo que se remonta a los primeros días de la compañía, y que no muestra signos de que vaya a detenerse pronto.

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