Hublot

Toda revolución empieza con una idea en la mente de una persona", defendía Ralph Waldo Emerson. Y Hublot nació efectivamente a partir de la idea de un italiano, Carlo Crocco, que se trasladó a Suiza a finales de los años 70 para revolucionar la industria relojera por excelencia. Crocco quería llevar a cabo algo aparentemente simple, pero que cambió por completo el concepto del lujo en la alta relojería: asociar el oro con el caucho natural en un reloj.


Era una fusión extrema de elementos nunca vista en el sector, una unión entre tradición y modernidad que se percibía como un salto al vacío. A pesar de ello, no escatimó en gastos ni en recursos: la creación de la pieza clave, la correa de caucho, supuso tres años de desarrollo y más de un millón de dólares en inversión.

El objetivo era que fuera más cómoda que cualquier brazalete y, sobre todo, que tuviera la misma capacidad de resistir el paso del tiempo (y sus inclemencias) que el oro, ya que el metal precioso debía ser la base de la caja del reloj. El diseño de la misma también debía ser muy distintivo, así que se ideó una con tornillos a la vista y esfera negra (a juego con el caucho), que se asemeja al ojo de buey de un barco (hublot, en francés).
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El reloj, bautizado como Hublot Classic, vio finalmente la luz en la feria de Basilea de 1980 y tuvo un éxito inmediato –arrojó más de dos millones de dólares en ventas en su primer año–, espoleado por la gran aceptación que su carácter disruptivo tuvo entre la realeza y la jet set de la época.




El ADN de Hublot acabó por cimentarse cuando Jean-Claude Biver, una de las figuras clave de la relojería moderna, lo acuñó en una frase que sintetiza a la perfección el espíritu de la firma: "el Arte de la Fusión". Lo que hizo Biver fue expandir la idea original de Crocco, combinando materiales innovadores en la industria, como la fibra de carbono, el circonio, el tantalio, el tungsteno, el magnesio, el cermet, el Hublonium (aleación inédita de aluminio y magnesio), la cerámica o el titanio; con otros de lujo más clásicos (oro, platino) en creaciones con diseños absolutamente contemporáneos y que integran complicaciones relojeras de primer nivel (varias de ellas también revolucionarias).


El paso adelante culminó en 2005, en la colección Big Bang, la evolución más futurista y contundente del Classic en forma de cronógrafo, que sigue siendo hoy en día el buque insignia de la firma y la principal responsable de que Hublot multiplicara por diez sus ingresos en la segunda mitad de la pasada década, convirtiéndose en la manufactura que más ha crecido en el siglo XXI.






Para celebrar sus 40 años de historia, Hublot ha vuelto al origen, al Classic, que ha sido actualizado completamente en la nueva versión Classic Fusion 40 Years Anniversary en cuanto a mecánica y materiales –Hublot no lo podría haber hecho de otro modo–, pero manteniendo intacta la esencia original.


Así, se presenta en tres modelos en caja de 45 mm de oro (limitado a 100 unidades), titanio (200 unidades) o cerámica negra (200 unidades); con esfera negra lacada, agujas facetadas, fondo de cristal de zafiro y, por supuesto, con los famosos tornillos a la vista y la correa de caucho, más cómoda que nunca gracias a su triple cierre desplegable, que permite un ajuste perfecto en la muñeca. En el interior también alberga un moderno calibre automático de manufactura, el HUB1112, con 42 horas de reserva de marcha, 63 componentes, 21 joyas y que late a una frecuencia de 4 Hz (28.800 A/h). El arte de la fusión sigue absolutamente vivo.

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